martes, 17 de marzo de 2009

Mozart era sevillista

Comenzamos hoy un nuevo apartado de "Artículos Memorables" referentes a nuestro equipo que a lo largo de los años han sido publicados en prensa, y arrancamos con éste , publicado en el ABC el 11 de enero de 2007
por J. FÉLIX MACHUCA

Milos Forman no lo dejó claro en su famosa película. Pero Mozart era sevillista. Y Antonio Salieri una criaturita. Una criaturita muerta de la envidia. Una criaturita de reverdecida natura por culpa de la blanca y hermosa palidez del niño de Salzburgo. Qué arte tenía el niño. Todo lo que caía en sus manos se hacía música. No tenía dedos. Sus manos eran una clave de sol, luminosa, clara, transparente, capaz de dar vida a un zapato hambriento. Era el dueño de las llaves del país de los sonidos. Y abría la puerta cada vez que le daba la gana. En el país de la música entraba sin llamar. Y las corcheas que guardaban tan sonoras puertas se alborotaban al verlo venir y trepaban por las ventanas para bajarle el puente y tenderle banderas rojas y blancas agitándole el corazón al grito de profunda satisfacción con la que el sevillismo saluda al mejor equipo del mundo: Mozart, agggggggggggg...

Dicen que Mozart, el músico que era sevillista, componía a los cuatro años y que con no muchos más ningún secreto tenían para sus manos y su corazón el violín, el piano y la viola. Él era el rey. Suya la corona con más dignidad y talento de los reyes de las artes. Dios, cuando nació, no solo le insufló vida. También debió silbarle al oído las notas preciosas de la música donde le dejó escrito un sms para decirle: eres la fábrica de los sueños. Y el sueño de la música se hizo realidad para que Salieri, la criaturita, se acolapsara de complejos y de envidias y llegara a desearle la sordera. Mozart es sevillista. Palangana. Túnica de dulce nombre. Ataque de Fangoria. Blanco nuclear. Rojo y blanco. Clavel de Heliópolis que el destino hizo florecer en Salzburgo doscientos años antes de que la fábrica de los sueños pusiera la avenida de Dato a la altura de los grandes barrios internacionales: Chelsea, Everton, la Boca, Núñez, San Siro, Nervión...

Nervión suena a Mozart los domingos por la tarde. Nervión es Salzburgo. Y Eduardo Dato la calle Getreidegasse. Una locura. Por eso al equipo de Mozart y de Nervión le han dado lo que le han dado en Salzburgo. En la ciudad del músico sevillista. Me cuentan que al Arrebato se le apareció Mozart en sueños para que compusiera la marcha con la que los blancos de Nervión derraman lisuras futbolísticas por donde van. Yo me lo creo. Como también me creo eso que van escribiendo en interné los amigos de la mayoritaria. Lo escriben con la verde idea con la que Salieri miraba a Mozart. Dicen que el Arrebato de niño era verderón y pión. Pues sí, claro, debió de serlo. Era una criaturita. Le quedaba descubir la verdad, el mundo, crecer y entender, hacerse una persona, romanizarse en el amor a la victoria y al derecho y no al revés. Debió ser verderón y pión. Pero como la tosferina, esas cosas se sudan y se pasan. Y una vez superada, uno se hace más fuerte, más viril, más sano y te entran unas ganas enormes de disfrutar y hasta eres capaz de ver en Albacete o en Rusia algo más que un gulag para los caídos en desgracia en el equipo que su presidente no asiste al campo para no verlo penar.

El Sevilla, el equipo que mejor representa a esta ciudad, ha sido elegido la mejor escuadra del mundo. Eso no lo ha conseguido aquí nadie. Ni una empresa. Ni un intelectual. Ni un periodista. Ni un político. Ni un artista. Ni un empresario. Ni un torero. Ni un fantasma. Y eso que aquí hay más fantasmas que asandías en Los Palacios. El Sevilla de Nervión, esa roja flor que en un año podó las espinas de tantos desengaños, ha recogido en Salzburgo la partitura de su éxito. La música de su triunfo. La mejor sinfonía que los oídos del corazón puedan disfrutar. Va por Mozart. Que te aclaro que no es ningún jugador de fútbol. Sino uno de los mejores músicos que dio la historia y que Milos Forman nunca entendió que era sevillista. Mozart el rey por los siglos. Y Salieri, ay, una criaturita muerta de envidia ante la capacidad del mago por convertir el ruido de una lata de cerveza en música celestial. Mozart, Se-vi-lla aggggggggg...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece una idea genial, así los que queramos podemos ir recopilando algunos si nó lo hemos guardado
La verdad que este fué genial
¡¡ENHORABUENA!!

Anónimo dijo...

Me encanta este artículo, y cada vez que lo leo me gusta más
Solo pido que al final de temporada el "PATÉTICO" de Madrid -que lo temo- se convierta en un Salieri y se muera de envidia de nuestro puesto para la Champions